Este pequeño cuento resume el porque de la creación de este blog. Con mucho cariños les doy la BIENVENIDA a todo aquel que lo visite y quiera quedarse, que lo disfruten. Graciela

"A las puertas del cielo llegaron un día cinco viajeras
- ¿Quienes son Ustedes? les preguntó el guardián del cielo.
- Somos - Contestó la primera - LA RELIGIÓN
- LA JUVENTUD...- dijo la segunda
- LA COMPRENSIÓN...- dijo la tercera
- LA INTELIGENCIA... - dijo la siguiente
- LA SABIDURÍA - dijo la última
- Identifíquense!! - ordenó el carcerbero
Y entonces...
La religión se arrodilló y oró. La juventud se rió y cantó. La comprensión se sentó y escuchó. La inteligencia analizó y opinó. Y la sabiduría... contó un cuento."


(tomado de una idea de Anthony de Mello, modificada por Jorge Bucay)


Buscar

sábado, 17 de marzo de 2012

HISTORIA DEL PULLOVER


Miguel Savage fue a la guerra sin saber usar un arma. En sus dos meses de estadía en las islas bajó 20 kilos. Quebrado por el frío, tomó un pulóver de una casa cuyos habitantes no estaban, el cual asegura, logró salvarle la vida. Vivió aferrado a esta historia y a ese abrigo por 24 años hasta que en febrero de 2006 decidió regresarlo a sus dueños. Era el 8 de junio de 1982 en la que Miguel Savage junto a cuatro compañeros y un suboficial iniciaron una caminata cuya misión era desactivar una posible base de operaciones inglesa. Para ello soportaron fríos extremos, atravesaron campos minados e incluso esquivaron el fuego enemigo. Miguel Savage, que no sabía cómo manejar un arma tenía como tarea ser traductor por su manejo del inglés. En medio de un miedo terrible llegaron a una casa con el temor de que en cualquier momento los encontraran y acabaran con sus vidas, pero era más la desesperación por el hambre y el frío que tenían. Luego de inspeccionar la casa se dieron cuenta que no se encontraba nadie.

 "La casa era linda, la sentí acogedora, como la casa de mi abuela. Hasta los olores eran
familiares."

Se dividieron para inspeccionar la casa y Miguel Savage ingresó en el cuarto matrimonial, al confirmar que el lugar estaba deshabitado se relajó y buscó ansiosamente los cajones y dio con una chopa / pulóver azul.

"Era un pulóver inglés lindísimo, con borda azul y cruz. Me lo puse en la nariz y sentí el olor a limpio, a perfume, a naftalina. Y dije: 'Qué lindo, esto es como estar de vuelta a casa'. Me saqué la ropa mojada y me puse ese pulóver... Ese momento fue mágico." Luego comió con desesperación la comida que encontró. Además, tomó algunas fotos de la familia que vivía en aquel lugar. "Dije: 'A este lugar voy a volver algún día y con esta gente voy a hablar'".

AQUELLOS RECUERDOS. MIGUEL SAVAGE, EN SU CASA DE VENADO TUERTO, RODEADO DE FOTOS FAMILIARES, CUENTA SU EXPERIENCIA COMO SOLDADO EN MALVINAS. 
Ese momento llegó en febrero de 2006. Con la intención de cerrar ese capítulo de su historia, se encontró con Sharon Mulkenbuhr, hija del matrimonio que habítaba aquella casa.

"Cuando iba llegando, el corazón se me salía del pecho. Revivía escenas de aquel día llegando con veinte kilos menos, con el uniforme, con el sargento, con mis compañeros. Se me mezclaba el pasado con el presente."

En la estancia lo recibió Lisa, hermana de Sharon. El pulóver volvió a manos de sus antiguos dueños junto a una nota de puño y letra en la que Miguel expresaba su agradecimiento. Con lágrimas en los ojos, Lisa reconoció el abrigo de su padre, ya fallecido.

 "Acá, en esta casa, sentí que alguien me protegió. Y venía a decírselos, veinticuatro años después", le dijo a la muchacha sollozando, mientrsa se desprendía del preciado objeto. "Esa casa fue como un salvavidas en el océano para mí. Esa casa y ese pulóver me salvaron la vida"

La nota decía:

"Este pulóver me dio abrigo en un momento de tremenda exposición. La temperatura era de -20 C. Estaba mojado y ya había perdido 17 kilos (pesaba 55 kilos). Lo tomé "prestado" de una estancia en las Malvinas, a cinco horas de caminata desde nuestra posición, cerca de Monte Longdon, habiendo cruzado el río Murrell. Llegamos hasta allí con seis soldados integrantes de un operativo. Yo iba como intérprete. El objetivo era destruir un equipo de radio que transmitía a la flota inglesa. Afortunadamente no había nadie y pudimos revisar, aunque muy nerviosos, todo el lugar. El sitio era lindísimo, con vista a ondulaciones y entradas del mar. Pensé en lo pacífico del lugar y en lo absurdo de esta guerra. Lo sentí realmente familiar y fue como revisar la cómoda de mi abuela. También lo usé (estando) como prisionero a bordo del Camberra, tomando el té con la plana mayor de oficiales de la Task Force, que junto con todos los medios británicos me 'sometieron' a una verdadera conferencia de prensa, asombrados como dicen en muchos libros de cómo habíamos logrado sobrevivir a semejante rigor climático sin suficiente alimento. Pensé devolverlo a sus dueños, en mi primer visita a las islas, pero un amigo me convenció de que no lo hiciera. 'Este pulóver forma más parte de tu historia que la de ellos', me decía. En el momento de ponérmelo sentí una enorme paz. Sentí una energía especial, como que alguien de esa casa me decía que volvería con vida, que volvería a casa y que esta guerra que nunca debió ocurrir se estaba terminando".

Fuente: Diario Clarín Artículo del 2 de abril del 2007

1 comentario:

  1. muy buena historia , Soldados de mi patria , son lo mas son Argentinos

    ResponderEliminar

Gracias por dejarme unas palabras, disfruto mucho encontrarlas, recuerden que pueden comentar como anónimo si no tienen cuenta encontrarán la opción dentro del cuadro de "comentar como"