
_¿Qué felices debían de ser antiguamente, cuando no había escopetas!
_ No tanto_ contestó el abuelo_ Entonces no había escopetas, pero los hombres tenían arcos y flechas y el resultado era el mismo.
_Pero no eran tan temibles como esas cosas que echan fuego, mamá!
_ Hijo mira, No es a las armas a lo que debes temer, sino a los hombres que quieren hacernos mal, como cazarnos, casi siempre sin motivo.
_ Así que ya lo sabes: el peligro es el peligro, sin que importe mucho el color o la forma que tenga_ terminó el abuelo
El cervatillo lo comprendió así, pero siguió pensando en lo terribles que eran esas armas que echan fuego por la boca.
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