Un día, el capitán del barco decidió ir a la playa. Se sentó en la arena y se puso a mirar con orgullo su poderoso barco. Cerca de allí, había un niño que estaba jugando en la arena. Había hecho un gran agujero y con su baldecito, se dedicaba a llenarlo de agua. No paraba de hacer viajes al mar para coger agua y tirarla en el agujero. Pasó una hora y el niño no dejaba de hacer lo mismo. Al capitán le entró curiosidad por saber lo que estaba haciendo. Fue hacia él y le preguntó:
- ¿A qué estás jugando niño?
El niño le miró muy seriamente y le dijo:
- No estoy jugando señor; estoy metiendo toda el agua del mar dentro de este agujero.
El capitán se echó a reír y le dijo:
- ¿Pero no te das cuenta de que eso es imposible?
El niño se le quedó mirando, y señalando hacia su barco, le preguntó:
- ¿Aquello de allí para qué sirve?
Y todo orgulloso, le contestó el capitán:
- Mira niño, estás viendo el barco de guerra más poderoso que tiene nuestro país. Sirve para asustar a nuestros enemigos y así conseguir vivir en paz.
El niño se echó a reír y le dijo:
- Es más fácil que yo meta todo el agua del mar en este agujero, que usted consiga la paz con aquello que flota en el agua.
Tomado de la Web
EXCELENTE.....¡¡Q BUENO SERIA Q LA PAZ DEL MUNDO SE SOLUCIONARA TAN FACIL COMO INICIAN LAS GUERRAS...
ResponderEliminarLos niños dicen la verdad siempre, que ingenuos los adultos. Felicidades.
ResponderEliminarBesos la maga curiosa.
Que gran verdad...queremos ganar la paz a costa de sembrar muertes?
ResponderEliminarSaluditos
Me ha gustado tu cuento y la forma de contarlo Graciela.
ResponderEliminarLa aplastante sinceridad de los niños que no sabe de sarcasmos y de hipocresía, donde la espontaneidad e las primera idea sale por la boca limpiamente.
Un beso desde Gran Canaria, gracias de nuevo por tu bocata de la esperanza. A mi también me gusta escribir te invito a conocer mi otro blog "Pensando sobre un papel"